Se ha observado de manera repetida en diferentes investigaciones, que las emociones negativas como la ira, depresión, aburrimiento, ansiedad o eventos estresantes modifican la ingesta de alimentos. Una propuesta para explicar este suceso es que las emociones tanto negativas como positivas, pueden desencadenar un proceso de desinhibición del deseo de comer, acción que se describe bajo el termino de “emotional eating” o hambre emocional (comer guiado por nuestras emociones).
Además del término emotional eating, surge otro relacionado con el tipo de alimentos que normalmente se consumen durante estas etapas de comer guiado por tus emociones, conocidos como “comfort foods” o comida reconfortante.
Por lo tanto, tus emociones pueden modificar tu deseo por comer, aun cuando este deseo puede no estar respaldado por una necesidad real de energía por tu cuerpo (hambre emocional), en cuyo caso estaríamos consumiendo una cantidad mayor de alimentos. Además, el tipo de alimentos seleccionados tiende a ser de alto contenido de carbohidratos y grasas, probablemente por tener sabores más placenteros y que podrían ser reconfortantes.
Es importante destacar que este proceso de desinhibición del deseo por comer, se presenta con mayor frecuencia en personas que viven con la preocupación de tener que resistir a su deseo por consumir ciertos alimentos, debido a que esos momentos o emociones difíciles se convierten en la oportunidad para olvidar las restricciones. Sin embargo, este no es el único factor que desencadena comer guiados por nuestras emociones, las conductas aprendidas y las experiencias vinculadas a ciertos alimentos, puede promover que un determinado estado de ánimo detone el deseo por comer algún alimento en particular.
¿Cómo evitar el hambre emocional?
Aunque no se puede establecer una solución única para todos los casos, un buen inicio es promover una alimentación que no establezca restricciones o genere estrés por eliminar o limitar ciertos alimentos, con la intención de evitar los procesos de desinhibición desencadenados por cambios en el estado de ánimo.
Aunado a esto, se puede iniciar un reaprendizaje de la dinámica de comer, en donde se estimule la reflexión sobre las sensaciones de hambre y saciedad.
Además, es importante apoyar la practica y formación de hábitos de auto cuestionamiento sobre las dinámicas y experiencias al comer diferentes alimentos.
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