El desayuno se define como la primera comida del día, y se diferencia de otras ingestas de alimentos porque rompe el ayuno mantenido durante las horas de descanso nocturno, lo que en muchas ocasiones resulta en un tiempo considerable de entre 6 a 8 horas, además supone una redirección de los procesos metabólicos, cambiando el uso de grasas como fuente de energía a utilizar glucosa con mayor preferencia (Gibney et, al. 2018; Lopez-Sobaler et, al. 2018; Clayton et, al. 2016). En general el desayuno es considerado como la ingesta de alrededor de un 20-35% del consumo diario recomendado en las primeras 2 horas después de despertar (Gibney et, al. 2018; Clayton et, al. 2016).
Algunos estudios denominados observacionales han denotado una asociación entre saltarse el desayuno con mayor peso, IMC, obesidad abdominal y otros factores de riesgo cardiovascular y metabólico como hipertensión, dislipemia, diabetes y aterosclerosis, por considerar que después de no desayunar una persona comerá de más y por consiguiente aumentará de peso (Clayton et, al. 2016). Sin embargo, estas asociaciones no han sido corroboradas por estudios que permitan establecer una correlación que asegure que no desayunar puede ocasionar los problemas señalados anteriormente (Lopez-Sobaler et, al. 2018; Gonzales et, al. 2016; Betts et, al. 2016).
También se ha considerado que la ingesta habitual del desayuno puede promover mejores hábitos alimenticios a lo largo del día (Gibney et, al. 2018), observaciones planteadas principalmente tomando como referencia el conocimiento popular, lo cual no excluye que un hábito de alimentación que no incluya la ingesta del desayuno no sea adecuado (Gibney et, al. 2018).
Contestado a la pregunta sobre si no desayunar te hace comer más, la respuesta rápida es sí. Expandiendo la respuesta podemos aclarar que el análisis de la ingesta energética por tiempo de comida y durante 24hrs muestra que este incremento en la ingesta de alimentos ocurre únicamente en la siguiente comida después de no desayunar y es descrito como un efecto compensatorio debido a la falta de ingesta calórica (energía) por la mañana, pero que en su mayoría no sobrepasa el déficit energético que se generó por no desayunar (Clayton et, al. 2016 (2); Betts et, al. 2016).
En otras palabras, la energía que consumes en dos tiempos de alimentación en este caso desayuno y comida, no se alcanza a consumir en la comida, después de no haber desayunado. Se considera que, de ingerir más alimentos en la comida, solo compensa entre un 0-35% de la energía que hubieras consumido en el desayuno, provocando así un pequeño déficit energético al final del día (0-65%) (Clayton et, al. 2016 (2)). Aunado a esto, la evaluación de la sensación de apetito antes de cada tiempo de comida, y los niveles de hormonas relacionadas con la estimulación de hambre y saciedad realizados en estudios recientes han observado que el efecto compensatorio al no desayunar solo afecta la comida siguiente y no llega a afectar el segundo tiempo de comida, en este caso la cena, debido a que tanto personas que desayunan como las que no, tienden a consumir la misma cantidad de alimentos en la cena (Clayton et, al. 2016). Dejando a un lado la idea popular de que no desayunar te hace comer más a lo largo del día (más que si hubieras desayunado), lo que sería el sustento para considerar que podría causarte aumento de peso (Betts et, al. 2016).
Finalmente, siempre es importante tomar en cuenta que la alimentación se compone, entre otros factores, de gustos y rutinas que permiten a una persona adquirir la energía que su cuerpo necesita, omitir el desayuno puede ser una opción para algunas personas, mientras que para otras no lo es. Sin embargo, la evidencia científica nos permite entender qué variables pueden ser modificadas y cuales debes ser conservadas en ciertos parámetros para mantener un estado se salud óptima. En este caso los estudios realizados a la fecha revelan que, aunque el desayuno podría ser parte de una buena rutina alimenticia, omitirlo no provocara que aumentes de peso ya que no causa un mayor consumo de energía a lo largo del día.
REFERENCIAS
Betts, J. A., Chowdhury, E. A., Gonzalez, J. T., Richardson, J. D., Tsintzas, K. and Thompson, D. (2016) 'Is breakfast the most important meal of the day?', Proc Nutr Soc, 75(4), pp. 464-474.
Clayton, D. J. and James, L. J. (2016) 'The effect of breakfast on appetite regulation, energy balance and exercise performance', Proc Nutr Soc, 75(3), pp. 319-27.
Clayton, D. J., Stensel, D. J. and James, L. J. (2016) 'Effect of breakfast omission on subjective appetite, metabolism, acylated ghrelin and GLP-17-36 during rest and exercise', Nutrition, 32(2), pp. 179-85.
Gibney, M. J., Barr, S. I., Bellisle, F., Drewnowski, A., Fagt, S., Hopkins, S., Livingstone, B., Varela-Moreiras, G., Moreno, L., Smith, J., Vieux, F., Thielecke, F. and Masset, G. (2018) 'Towards an Evidence-Based Recommendation for a Balanced Breakfast-A Proposal from the International Breakfast Research Initiative', Nutrients, 10(10).
Gonzalez, J. T. (2016) 'Effect of breakfast omission: Constrained to morning?', Nutrition, 32(2), pp. 287-8.
López-Sobaler, A. M., Cuadrado-Soto, E., Peral-Suárez, Á., Aparicio, A. and Ortega, R. M. (2018) '[Importance of breakfast in the nutritional and health improvement of the population]', Nutr Hosp, 35(Spec No6), pp. 3-6.
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